sábado, 21 de mayo de 2016

El SEA y la calidad educativa



En el presente trabajo se abordará el Sistema Educativo Argentino (SEA) desde su estructuración hasta la etapa posneoliberal, analizando las políticas públicas educativas de cada etapa de la configuración del SEA y la vinculación con el concepto de calidad educativa.
Como bien sabemos, la educación cumple un papel fundamental en la historia de la República Argentina, por ello, el objetivo de este trabajo es realizar un breve recorrido histórico en el que se planteen los distintos momentos que ha atravesado el SEA, con el propósito de conocer las perspectivas que los distintos períodos históricos, es decir, las miradas que los distintos gobiernos han tenido en materia educativa que han conducido a nuestro SEA actual.
Para abordar la problemática  que nos concierne, es decir, el papel de la educación en la sociedad a lo largo de la historia argentina, y el concepto de calidad educativa, es necesario realizar un pequeño marco histórico desde la génesis del Estado Nación y la concepción de educación de ese período, hasta la etapa que la socióloga Silvia Novick de Senén González ha denominado como La repolitización de las políticas educativas.
Si bien el concepto de calidad educativa es un concepto propiamente de los años noventa, y como es sabido, las concepciones son epocales, sería anacrónico aplicar el concepto a etapas anteriores al neoliberalismo de los años 90, es por ello, que el marco histórico planteado va a funcionar como soporte que permita visualizar la evolución del SEA y el rol del Estado en cada uno de los períodos abordados.
A pesar que uno de los objetivos planteados en la cátedra Política Institucional, era la de articular las problemáticas abordadas a lo largo del año 2015, la lectura eje para estructurar el presente trabajo es Políticas educativas y el actual proceso de reforma de los sistemas educativos de Lucía García y Renata Giovine; y, Políticas, leyes y educación de Silvia Novick de Senén González.

I – Las políticas educativas según diferentes tipos de Estado en Argentina


La vinculación entre Estado y Sociedad se ha ido articulando a lo largo de la historia de Argentina por medio de diferentes instituciones. Estas instituciones respondían básicamente a requerimientos de época y han atravesado todos los campos de la sociedad, configurando así la agenda política del Estado, es por ello que es necesario como punto de partida hacer algunas definiciones de algunos conceptos.
El primero es al que se refiere a la vinculación entre educación y políticas públicas, es decir, las políticas educativas.
Es por ello, que podemos definir como Política educativa, a una disciplina que se caracteriza por el estudio del conjunto de las fuerzas sociales encargadas de dar direccionalidad al proceso educativo y de las relaciones dentro del Estado […] para la configuración y control de la práctica institucionalizada de la educación, de una de una formación histórica determinada, es decir, que las políticas educativas muestran las relaciones entre Estado y Educación en contextos históricos específicos.
Es así que esta matriz Estado – Educación – Sociedad ha ido mutando a lo largo de los dos siglos de historia argentina, configurando distintas agendas educativas acordes a los períodos históricos al que hacen alusión.
El primer período a abordar, y que constituye la génesis del SEA es el período anterior a la sanción de la Ley 1420, período en que se estaban sentando las bases del Estado Argentino, y la educación constituiría uno de los motores en la formación de una ciudadanía homogénea, es por ello, que las políticas educativas de este período iban a estar orientadas a formar un sujeto nacional.
Como se analizó con anterioridad, las agendas educativas responden a lineamientos generales de los gobiernos en virtud de sus políticas públicas.
Frente a esto, la primera estructuración estatal corresponde al conocido Estado Liberal, cuyo momento histórico corresponde al período 1853 – 1916. Bajo esta forma estatal, el SEA se va a ir estructurando.
Los lineamientos generales del Sistema Educativo Argentino van a estar dados por la Constitución Nacional del año 1853 en tres artículos fundamentales:
Art. 14.Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio; a saber: de trabajar y ejercer toda industria lícita; de navegar y comerciar; de peticionar a las autoridades; de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino; de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa; de usar y disponer de su propiedad; de asociarse con fines útiles; de profesar libremente su culto; de enseñar y aprender.
[…]
Art. 5.Cada provincia dictará para sí una Constitución bajo el sistema representativo republicano, de acuerdo con los principios, declaraciones y garantías de la Constitución Nacional; y que asegure su administración de justicia, su régimen municipal, y la educación primaria. Bajo de estas condiciones el Gobierno federal, garante a cada provincia el goce y ejercicio de sus instituciones.
Art.67. Inc. 16. Corresponde al Congreso:
Proveer lo conducente a la prosperidad del país, al adelanto y bienestar de todas las provincias, y al progreso de la ilustración, dictando planes de instrucción general y universitaria, y promoviendo la industria, la inmigración […]
A grandes rasgos, la Constitución de 1853 propone:
·         Universalidad de la enseñanza elemental.
·         Estado docente, el cual se materializa en la creación de la escuela pública, organizada estatalmente en un sistema escolar.
·         Gratuidad, es un derecho de los ciudadanos.
·         Libertad de enseñanza.
·         Educación como un derecho individual.
En 1882, el Congreso Pedagógico, sienta las bases para la futura legislación escolar que organizaría la educación primaria.
La relevancia de este Congreso, radica en que ha tenido dos consecuencias transcendentales en la formación del SEA: por un lado sirve de sustento para la sanción de la Ley de Educación Común 1.420 de 1884 y por el otro se debate acerca de la enseñanza religiosa en las escuelas.
Ahora bien, como se ha dicho con anterioridad, el objetivo del trabajo es hacer un análisis de surgimiento del SEA haciendo énfasis en varias cuestiones: en primer lugar las etapas de centralización y descentralización del SEA y en segundo lugar la calidad educativa como concepto trascendental al neoliberalismo de los ’90.
Es por ello que podemos observar que con anterioridad a la década de 1880 nos encontrábamos en una etapa conocida como Federalismo Liberal, etapa marcada por una especie de autarquía provincial para el desarrollo de las políticas educativas y la administración de sus sistemas.
A partir de 1880, se va a producir un fenómeno al que Giovine llama Federalismo Centralizador, en palabras de la autora: durante la vigencia de la segunda alianza d gobierno en la que puede observarse ese proceso creciente de inflación del centralismo, de las fuerzas centrípetas y de la concentración, así como de la sucursalización de las provincias, que constitucionalmente son consideradas soberanas y quienes delegan parte de su poder a la nación” (Giovine, 2010: 126)
A partir de la década del ’80 del siglo XIX, el proceso de centralización va a ir siendo visualizado con mayor claridad.
En primer lugar, hay que mencionarse la creación del Consejo Nacional de Educación en 1881, que ejercerá influencia directa sobre los sistemas educativos provinciales, contribuyendo en gran medida a nacionalizar las políticas educativas.
Otro de los aspectos de este federalismo centralizador es la sanción de la ya mencionada ley 1420/1884, con la aplicación de políticas educativas a nivel nacional.
Otra de las medidas implementadas es la Ley Laínez (4.874/1905). Esta ley contribuyó eficazmente en la lucha contra el analfabetismo y permitió que muchas provincias (especialmente las de incipiente organización institucional) pudieran tener las escuelas que con recursos propios hubiesen tardado años en formalizar. A partir de la Ley Láinez, fue que el Ministerio de Educación de la Nación mantuvo tantas escuelas dentro de su jurisdicción; la gran mayoría de las cuales recién fueron traspasadas a las provincias en 1978.
Al mismo tiempo la centralización se va a ir dando a través de la homogeneización de la tarea docente y la formación de los alumnos que se materializa en una centralización curricular.
En cuanto a la enseñanza media durante este período no se constituye como un nivel que integra la formación impartida en los colegios nacionales de carácter elitista con la formación de maestros de las escuelas normales y otras incipientes modalidades.
La agenda política del Estado Liberal podría resumirse bajo las premisas “Orden y Progreso”, las políticas educativas apuntaban a la homogeneización de las masas populares mediante de los lineamientos generales establecidos desde el poder nacional, para fomentar y generar una conciencia nacional.
Durante este período se puede observar un amplio crecimiento de la enseñanza primaria, disminuyendo al mismo tiempo el nivel de analfabetismo.
La crisis del Estado Liberal se muestra manifiesta a partir de los años ’30, evidentemente el contexto internacional influyó en el advenimiento de los cambios de agendas públicas.
Tanto Latinoamérica, como Argentina, el rol del Estado va a cambiar, produciéndose así una intensificación de las funciones del Estado, convirtiéndose en un garante en cuanto a la satisfacción de las necesidades de la sociedad en forma de derechos sociales.
El lema “Orden y progreso” es sustituido por las premisas “Seguridad y Desarrollo”, en donde se prioriza el mercado interno, la sustitución de importaciones, el desarrollismo.
En cuanto a la materia educativa:
“La política educativa sustentada durante este período responde a los lineamientos políticos más generales de incorporación de sectores tradicionales marginados, bajo el imperativo de la inclusión. En este sentido es posible afirmar que la notable expansión de la enseñanza fue mayoritariamente producto de la acción estatal”
(Giovine, R y García, L., 2000: 34)
El acceso a la educación escolarizada en el contexto del Estado Social, deja de ser exclusivamente como un derecho individual, sino que responde a los requerimientos del sistema desarrollista y productivo del momento, en este caso brindar la educación es una responsabilidad del Estado para la formación de capital humano.
Para analizar los aspectos normativos de este período es preciso señalar que se han dictado una serie de normas tendientes a legislar sobre el ámbito educativo.
1 – Decreto 14.538/44, creando la Comisión Nacional de Aprendizaje y Orientación Profesional (CNAOP), con el propósito de brindar una variedad de modalidades de enseñanza básica y profesional para trabajadores y jóvenes hasta entonces excluidos del sistema educativo, expandiéndose la enseñanza técnica.
2 – Ley número 13.229/48, que crea la Universidad Obrera Nacional.
3 – A nivel de la provincia de Buenos Aires, mediante la ley Nº 5.650/51, que reforma la ley de escolarización básica de 1875.
Como podemos observar, la centralización del sistema Educativo en este período es lo característico de las funciones estatales, cosa que a partir de la década de 1970 comienza a cambiar con la llamada “descentralización autárquica
El punto de inflexión está marcado por el Golpe de Estado de 1966, a partir del cual el rol del Estado va a ir cambiando. Frente a esto se debe de replantear el modelo de Estado Social.
Es por ello, que el objetivo del Estado frente a la nueva realidad, y a la crisis del Estado Social, deberá adecuarse a esa nueva realidad, bajo el principio contraccioncita del aparato burocrático comenzará a reducir gastos, mediante la desburocratización, la masiva transferencia de empresas estatales al sector privado, la desconcentración de los servicios mediante su transferencia a las provincias, municipios o empresas concesionarias.


 II – Descentralización, privatización, desregularización y calidad educativa.


En materia educativa comienza a desburocratizarse la administración y la conducción del sistema educativo, iniciándose el proceso de transferencia de los establecimientos escolares del nivel primario, el cual culmina en el período 1978-80. Mientras que el sector secundario y terciario no universitario sobrevivirá unos años más bajo la administración nacional hasta la década de los ’90.
Es por ello que la anteúltima etapa abordada en este breve análisis del origen y crecimiento del SEA, es la etapa que se da desde los años ’70 para llegar a su punto máximo en los años ’90, proceso en que se completa la descentralización.
El neoliberalismo se constituye como base de legitimación del Estado; produciendo el proceso anteriormente mencionado como descentralización autárquica, proceso que se inicia en 1955/1957, 1968/70, efectivizándose en 1978/80, que implicó:
·      Obedece a una decisión unilateral por parte del estado nacional, basado en motivos prioritariamente económicos: disminuir el déficit fiscal nacional, sustentado en la factibilidad de la recepción de los servicios por parte de las provincias debido al aumento de sus ingresos por esos años.
·      Afecta exclusivamente a instituciones básicas del ámbito público.
·      Aunque se hable de un mismo proceso, existe al menos una diferencia sustantiva entre los dos primeros períodos de transferencia y el tercero; ya que mientras el traspaso de las escuelas primarias en 1955/57 y 1968/70 estaba supeditado a la aceptación de las provincias, en 1978 es una decisión del poder central.
·      No se lleva a cabo un diagnóstico de las particularidades ni la capacidad política, técnica y operativa de cada una de las jurisdicciones receptoras, como así tampoco se acuerdan pautas comunes interjurisdiccionalmente.
En este contexto, los sistemas educativos y la administración y control de los mismos pasaron a la jurisdicción provincial. Aquí hay que recalcar que el traspaso se hizo sin estudios a priori para poder vislumbrar las condiciones del traspaso a las provincias y si estas podían responder a los requerimientos y brindar una educación de calidad.
Ahora bien, la descentralización se produjo en diversas etapas y en forma arbitraria por parte del Estado Nacional, no implicó necesariamente la desaparición total de éste, sino que el mismo siguió impartiendo las políticas educativas, gestionando el cumplimiento de brindar la educación y concertando políticas públicas con los gobiernos provinciales, función que seguirá realizando por medio del Consejo Federal creado en el año 1972.
La década de los ’90 va a estar marcado por el neoliberalismo salvaje, una etapa en la que el Estado nacional se va a proponer a reducir el gasto público, completándose la descentralización que había iniciado a mediados de la década de 1950. Dicha transferencia se va a materializar con la Ley número 24.049/91, que posee características similares al período anterior, pero posee sus propias particularidades, según Giovine, cabe mencionarse:
o    Primero, la culminación de la transferencia de escuelas forma parte de la reforma estructural del estado dictaminada, sobre todo, por los organismos acreedores internacionales (FMI, BM, BID), cuyo principal propósito es la privatización y desregulación de la economía y el equilibrio fiscal. Es decir que, al igual que los anteriores traspasos de escuelas, el objetivo perseguido es ante todo económico-financiero, pero ahora forma parte de los programas de ajuste estructural.
o    Segundo, se termina optando por un traspaso no "gradual" ni "parcial", sino por el contrario se faculta al Poder Ejecutivo Nacional a transferir todos los establecimientos educativos desde el 1/1/92, según el artículo 1º de dicha ley. Estipulándose, además, que la misma se debe efectivizar a través de convenios con cada una de las jurisdicciones (artículo 2º).
o    Tercero, si bien su completa implementación demora más tiempo que el previsto (recién en 1994 para el caso de la Provincia de Buenos Aires), en general tuvo un bajo nivel de resistencia de los actores políticos y educativos involucrados; salvo lo relativo a la equiparación salarial que, gracias a la presión de los gremios docentes, logra ser garantizada en 1992. Algunas posibles razones serían el fuerte impacto que produjeron en la mentalidad colectiva los procesos inflacionarios de fines de los '80 y la deslegitimación de lo público estatal en el gobierno de los individuos; como así también la creencia en el potencial democratizador y modernizador de esta estrategia de gobierno, avalada tanto política como académicamente más allá que se constituya en una estrategia funcional al proyecto neoliberal.
o    Cuarto, otra vez el actor político central en la toma de decisiones es el estado nacional, reafirmando -pese a la proclama descentralizadora- la centralización en la definición de la dirección, epistemologías y estrategias de la reforma educativa.
o    Quinto, una diferencia sustancial con los anteriores procesos de transferencia es que se redimensiona el papel del Consejo Federal de Cultura y Educación, al que se considera como el ámbito de concertación de políticas y programas educativos entre la Nación y las jurisdicciones. Así como de reglamentación de la Ley Federal de Educación.
o    Sexto, al no ser gradual ni parcial nuevamente no se tienen en cuenta las profundas diferencias sociales, económicas y educativas interprovinciales e intraprovinciales.
Estos nuevos requerimientos emanados de organismos internacionales van a influir directamente sobre las políticas educativas de los Estados, Giovine y García, citan a Grassi, Hintze y Neufeld para definir el rol de estas agencias: “constituyen las usinas político – ideológicas que inspiran los programas locales que se suponen compensatorios de los “costos sociales” de las políticas económicas de ajuste estructural”. Aquí podemos observar la función de estos organismos y el peso que han tenido sobre los asesoramientos políticos que condujeron a la descentralización y la retirada del Estado Nacional del financiamiento de los centros educativos primarios, secundarios y terciarios no universitarios a partir de la década de 1990.
Esta descentralización, se va a manifestar a través de la autonomía de los establecimientos, para aumentar así la flexibilidad para adaptarse a las cambiantes necesidades del ambiente, buscando una gestión más eficaz y más eficiente de las instituciones educativas, como así también una mayor interacción con el medio.
Volviendo al punto anterior de ajuste estructural este debe entenderse como la forma en que las economías nacionales deben adaptarse a las nuevas condiciones de la economía mundial, caracterizado tanto por cambios tecnológicos que demandan mayor flexibilidad.
Frente a esto, vamos a ver el advenimiento de las políticas educativas centradas en discursos vinculados a la competitividad como eje centralizador de la materia educativa. Es necesario hacer algunos análisis referentes a esta problemática para vincularlo con el concepto de calidad educativa.
El objetivo de la competitividad es explícitamente recitado en nuestra Ley Federal de Educación (LFE), que va a fortalecer la inserción internacional, estimulando el crecimiento, elevar la productividad y el nivel de vida de la producción.
Sin entrar en un abordaje exhaustivo de la ya derogada Ley Federal de Educación, es necesario mencionar algunos de sus artículos:
Art. 16 inc. D) Desarrollar habilidades instrumentales, incorporando el trabajo como elemento pedagógico que acrediten para el acceso a los sectores de producción y del trabajo.
Art. 17. Se procurará que las organizaciones empresarias y sindicales asuman un compromiso efectivo en el proceso de formación, aportando sus iniciativas pedagógicas, los espacios adecuados y el acceso a la tecnología del mundo del trabajo y la producción.
Como se puede observar, la LFE va a subordinar las instituciones escolares a la lógica empresarial, abogando a las cuestiones de eficiencia, eficacia y efectividad.
Aquí las políticas educativas responderán a los criterios de desempeño restringiéndolo a un término de eficacia, es decir, que se alcanzaría la eficacia cuando se alcancen las metas planteadas en los diferentes niveles de la gestión educativa.
Asimismo, la LFE es la que estipulaba a la evaluación de la calidad educativa como la estrategia más relevante para medir el desempeño de las instituciones escolares, la cual debe entender tanto a los procesos como a los resultados de aprendizaje. En el título X de la LFE (arts. 48 a 50 y art. 59), comienza a mencionarse esta cuestión de la calidad educativa y cómo se medirá la misma:
Art. 48. El Ministerio de Cultura y Educación de la Nación, las Provincias y la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, deberán garantizar la calidad de la formación impartida en los distintos ciclos, niveles y regímenes especiales mediante la evaluación permanente del sistema educativo, controlando su adecuación a lo establecido en esta ley, a las necesidades de la comunidad, a la Política Educativa.
Art. 49. La evaluación de la calidad en el sistema educativo verificará la adecuación de los contenidos curriculares de los distintos ciclos, niveles y regímenes especiales a las necesidades sociales y a los requerimientos educativos de la comunidad, así como el nivel de aprendizaje de los alumnos/as y la calidad de la formación docente.
Ahora bien, ¿qué entendemos por calidad educativa?
Inés Aguerrondo, en La calidad de la Educación: ejes para su definición y evaluación, nos da una aproximación a este concepto de calidad educativa, que sería conveniente retomar para analizar qué es lo que entendemos por calidad educativa:
La autora comienza haciendo un planteamiento de la nueva realidad que atraviesa el mundo y la adecuación de los sistemas educativos a los nuevos requerimientos frente a este avance del reordenamiento de las economías del mundo.
Es por ello que va a hacer referencia a las transformaciones de dicho sistema focalizando en el concepto de Calidad de la Educación
En primer lugar, la autora va a habar que se ha considerado a este concepto en términos básicamente económicos (vinculados a aspectos de eficiencia y eficacia, extraídos de la administración), y es lógico si nos ponemos a pensar sobre todo en las políticas públicas de corte neoliberal que afrontó no sólo nuestro país sino gran parte de Latinoamérica; en dónde la educación iba a ser vista como un bien, y en dicho contexto la calidad educativa iba a estar representada por el resultado final de las trayectoria escolar.
Es por ello, que va a hablar de que este concepto está lleno de potencialidades.
·         Es un concepto complejo y totalizante: al ser totalizante abarca todos los aspectos del Sistema Educativo, calidad docente, de aprendizajes, de la infraestructura.
·         Social e históricamente determinado: como todo concepto posee un tiempo y espacio que lo condiciona.
·         Se constituye en imagen objetivo de la transformación educativa: la autora habla de que la calidad de la educación se define a través de su ajuste con las demandas de la sociedad.
·         Se constituye en patrón de control de la eficiencia del servicio.
Ahora bien, el mejoramiento de la calidad educativa es un reclamo que aludía a la formación de los sujetos en competencias que se vayan definiendo de acuerdo a los requerimientos del mercado de empleo y consumo.
Junto con el concepto de competencia, el concepto de calidad es un concepto estructurante del discurso político – pedagógico de los años ‘90.
“El concepto de calidad en educación ha estado presente en las sucesivas realidades pero siempre ligado a un proyecto político – económico. Así la calidad fue asociada a la dotación de recursos humanos y materiales, y desde esta perspectiva se tendía a medirla según la lógica de los servicios públicos; posteriormente el concepto se desplazó de los recursos hacia la eficacia de los procesos, es decir, siguiendo la lógica de la producción empresarial privada. Hoy se identifica a la calidad con la medición de los resultados, siguiendo la lógica de la competencia de mercado.”
(Giovine, R y García, L., 2000: 68)
Este concepto de calidad, es para el neoliberalismo, un elemento neutro, aplicable a cualquier realidad, medible a través de mecanismos estandarizados, que permite establecer rankings de escuelas (y de Estados) para posibilitar la libre elección de los consumidores del producto educativo.
Dos cuestiones a analizar: mecanismos estandarizados para establecer rankings de escuela y la libre elección de los consumidores del producto educativo.
¿Qué sucede con las cuestiones inherentes a la escuela vinculadas a la cultura institucional?
Estos mecanismos estandarizados permitían establecer un ordenamiento de las instituciones educativas teniendo en cuenta los resultados cuantitativos de las pruebas que iban a determinar la eficiencia y la eficacia de la educación. Ahora bien, ¿los aspectos no cuantificables de las instituciones escolares son tenidos en cuenta?
Es decir, la cultura institucional va a influir en las posibilidades de selección de una escuela por parte de los alumnos. ¿Qué sucede con el imaginario institucional?
Sea como sea, los exámenes estandarizados de los años noventa siguen estando vigentes, más que como herramienta para demostrar la calidad, como herramientas para denotar caracteres comparativos (claro ejemplo es el examen PISA)
Ahora bien, desde mi perspectiva la posibilidad de cuantificar la educación mediante estas pruebas normalizadas imposibilita ver las cuestiones inherentes a la institución escolar y centrarse exclusivamente en aquellos contenidos prescriptos por los diseños curriculares apartando aquellos contenidos transdisciplinares vinculados a la enseñanza por ejemplo de valores.
Como hemos visto, en el período que comprende al neoliberalismo podemos resumirlo en una serie de cuestiones: descentralización autárquica, privatización, desregulación, fragmentación del sistema educativo, imperativos educativos de inserción vinculados a la competitividad del mercado y la calidad.
Para cerrar el análisis de esta etapa, sería necesario hacer una síntesis del papel que jugó el concepto de calidad en la agenda educativa de los ’90, la podemos resumir en la siguiente frase de Tiramonti:
“se constituye a la calidad como objetivo prioritario, lo que permite secundarizadar las políticas destinadas a satisfacer las demandas de incorporación, en un segundo momento se la redefine a la luz de las exigencias de la competitividad y se privilegian aquellas acciones de impacto más inmediato en la conformación del circuito de elite y abandonándose  las políticas de largo plazo que se requieren para generar un mejoramiento en la calidad en el conjunto del sistema”[1]
La crisis económica, política e institucional, no hizo sino más que mostrar las falencias y el vacío institucional que había acarreado la descentralización (re – federalización) del sistema educativo.
Ni la desregulación, ni la descentralización, ni la privatización produjeron mayor crecimiento, equidad, cohesión, ni siquiera mayor eficiencia y transparencia en la cohesión.


III – Repolitización de las políticas públicas. El Posneoliberalismo


La crisis del 2001 dejó al descubierto las falencias de las políticas neoliberales de los años ’90, y la necesidad de crear nuevas formas de gobernabilidad e institucionalidad.
Frente a esto a partir del año 2002/2003 se puede observar una reabsorción de las políticas educativas del Estado, emitiendo una serie de leyes de carácter nacional con el propósito de tomar las riendas del sistema educativo y establecer lineamientos generales.
Si bien, el Estado no vuelve a hacerse cargo del control y gestión de los sistemas educativos, estos siguen en manos de las provincias, pero puede observarse lo que Senén González afirma como una “repolitización de las políticas públicas”. En palabras de la autora:
“El nuevo milenio, a diferencia de lo ocurrido en la década de 1990, asuste a una repolitización de las políticas públicas. Esto se verifica en los discursos púbicos educativos, que retoman un lugar que había quedado vacante en los años noventa. Podría decirse que empezó a pensarse acerca del sentido del sistema educativo, pero no desde lo técnico, sino desde el reconocimiento de su naturaleza política. Se desplazó así la importancia técnica como garantía de eficacia u la despolitización como garante de la eficiencia, que sustentaban las políticas anteriormente”
(Senén González, 2008: 85)
¿En dónde observamos esta repolitización de las políticas públicas?
La etapa posneoliberal se inicia a partir de la crisis 2001/2002 abre nuevos interrogantes, y la posibilidad del Estado de recuperar la dimensión política del discurso y del quehacer educativo, abordando la complejidad sociopolítica de la Argentina en materia de necesidades postergadas y la satisfacción de demandas de actores sociales.
Es por ello que entre el año 2003 y 2006, durante la presidencia de Néstor Kirchner comienza un proceso de sanción de una serie de leyes que van a poner al Estado en la posición que había perdido en los años ’90:
-       Ley 25864: Ley de los 180 días de clase. Diciembre de 2003.
-       Ley 25919: Fondo Nacional de Incentivo Docente. Agosto de 2004
-       Ley 26058: Ley de Educación Técnico Profesional. Septiembre de 2005
-       Ley 26075: Ley de Financiamiento Educativo. Diciembre de 2005.
-       Ley 26150: Programa Nacional de Educación Sexual Integral. Octubre de 2006
-       Ley 26206: Ley Nacional de Educación. Diciembre de 2006. Ley que desafecta la antigua Ley Federal de Educación de los años 90.
Este conjunto de leyes permitió revitalizar la función primigenia del Estado y asegurar a la educación como un derecho social, ampliando la participación de este en pos de cumplir o intentar cumplir las demandas de aquellos sectores más vulnerables.
Asimismo el paradigma de la educación para el mundo globalizado, del trabajo, ha sido cambiado, y los imperativos que rigen en esta nueva etapa es la educación para la inclusión.
Inclusión, que al igual que calidad educativa, es un concepto polisémico, pero que en este caso está pensado desde el punto de vista de una educación para todos.
Una educación para todos, una frase bastante utópica en este nuevo contexto sociocultural, pero que constituye uno de los pilares de las agendas políticas de los últimos gobiernos.



A lo largo de la presente monografía hemos podido analizar el rol del Estado en lo referente a las políticas educativas a lo largo de los últimos 200 años, haciendo mayor énfasis en el proceso de descentralización de los años 90.
Si bien, el objetivo fue hacer un breve bosquejo de cómo se fue articulando el sistema educativo desde su génesis, han permitido analizar otros aspectos estrechamente vinculados al mismo, como es el caso de la calidad educativa.
Hemos podido observar que el contexto internacional ha influido en forma directa sobre nuestro SEA, definiendo en muchos casos políticas educativas.
Pero, a lo largo de la vida del SEA, vislumbramos que la injerencia del Estado siempre ha estado presente. Ya sea en forma directa bajo el control de los establecimientos educativos o en forma indirecta bajo el dictamen de normativas tendientes a regular ese SEA.
Sea como sea, a partir de los años ’90 se observa la retirada del Estado del control del SEA respondiendo a las demandas internacionales, favoreciendo a la sanción de la Ley Federal de Educación, cuyos baluartes eran competencia y calidad, los cuales respondían a requerimientos del mercado de trabajo generando la posibilidad de medir la calidad educativa cuantitativamente.
Actualmente, observamos que el Estado va a intentar recuperar ese papel perdido en los años ’90 mediante políticas públicas tendientes a controlar en forma más directa el SEA, estableciendo lineamientos nacionales, pero al igual que en los años 90 no hay un control directo sobre las instituciones educativas.
La calidad es un concepto, y como es sabido todo concepto es una construcción socio-histórica.  Ahora bien, lo que significaba calidad en los ’90 dejó de serlo en el 2000.
Ahora la calidad educativa está estrechamente vinculada a la inclusión, a una educación para todos (utópico y cuestionable) y a brindar una educación de calidad para formar ciudadanos críticos y prepararlos para el mundo del trabajo, presentando la imposibilidad de medir esos resultados en forma cuantitativa como se lo hizo en los años ’90.
Si bien hoy en día siguen habiendo exámenes para demostrar la calidad del sector educativo, estas pruebas normalizadas no muestran los aspectos inherentes a la escuela (cultura e imaginario institucional, relaciones interpersonales, vínculos escuela – sociedad), por lo que cualquier resultado arrojado, creo desde mi perspectiva que sólo arrojaría valores vacío de sentidos y que no mostrarían la realidad del sistema educativo.



-       Aguerrondo, Inés La calidad de la educación, ejes para su definición y evaluación.
-       Giovine R. y Martignoni L. (2010) Políticas educativas e instituciones escolares en Argentina. UNICEN.
-       Giovine R. y García L. (2000) Aportes políticos y pedagógicos para re – pensar la EGB 3.
-       Giovine, Renata (2012) El Arte de gobernar el sistema educativo: discursos de estado y nuevas interpelaciones
-       Feldfeber, M (2009): Nuevas y viejas formas de regulación del sistema educativo en Argentina.
-       Senén González, S. (2008) Política, leyes y educación. Entre la regulación y los desafíos de la macro y la micropolítica. En: Pedraza, Roxana. (Comp.): Política pública y Educación: Mitos y realidades. Editorial Aique, Buenos Aires.
-       Suasnabar. J. (2008) Federalismo y Gobierno de la Educación.
-       Tiramonti, G. (1997) Los Imperativos de las Políticas Educativas de los 90
-       Ley Federal de Educación.

 Investigación realizada por Alejandro Franco. Estudiante del Profesorado de Historia. ISFDyT 10 - Tandil. 2015




[1] Tiramonti, Guillermina. Los imperativos de las políticas educativas de los 90. Pág. 55.

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